Además de la inversión pasiva, también hay una variedad de primas de riesgo disponibles si se adopta un enfoque activo. Por ejemplo, debido al tamaño y la complejidad de este mercado, existen ineficiencias en la DME que puede aprovechar la gestión activa de carteras para añadir valor.
Los mercados emergentes difieren en la forma de emitir y estructurar la deuda. Un inversor activo experimentado comprende estas diferentes microestructuras dentro de cada mercado y puede aprovechar esas diferencias.
También puede buscar exposición a bonos que están fuera del índice y posicionarse activamente en relación a un índice para gestionar la exposición al riesgo de tipos de interés o al riesgo de crédito. En general, el universo más amplio al que tiene acceso un gestor activo puede ayudarle a mejorar la liquidez, el nivel de rendimiento y la exposición al riesgo de duración.
El gestor activo también puede aprovechar las situaciones especiales. Por ejemplo, puede inclinarse tácticamente hacia los bonos en dificultades que evitan los inversores con aversión al riesgo. También puede aprovechar las ineficiencias del mercado vendiendo bonos de mercados emergentes en previsión de una rebaja o comprando a precios más bajos tras una rebaja.
Otra interesante fuente de rentabilidad es el mercado de emisiones primarias. A diferencia de un índice, un gestor activo puede participar activamente durante la temporada de emisiones. También puede aprovechar para invertir en emisores más pequeños que podrían no figurar en un índice debido a las restricciones de liquidez dentro del índice.
Adoptar un enfoque tanto pasivo como activo con respecto a los bonos de los mercados emergentes tiene sus ventajas. Combinando los dos, un inversor puede confeccionar una cartera dinámica y bien diversificada de deuda de mercados emergentes.