Invertir en bonos indexados a la inflación
Los bonos indexados a la inflación son una clase de activos bien establecida. El primer bono indexado a la inflación se emitió en EE. UU. en 1780. A nivel mundial, este es un mercado de 4,4 billones USD, conformado por una serie de bonos emitidos por gobiernos y varias empresas.1
Los bonos convencionales se emiten con un cupón nominal fijo y un importe de pago de reembolso acordado con antelación. Estas condiciones tienen en cuenta las expectativas inflacionarias en el momento de la emisión, pero no se ajustan posteriormente. En cambio, los bonos indexados a la inflación garantizan un rendimiento real fijo, independiente de la inflación. Asimismo, ajustan los pagos de cupones según la inflación realizada, a diferencia de los bonos convencionales.
Si bien los bonos indexados a la inflación tienen un potencial alcista considerable, también suponen ciertos riesgos. Como sucede con otras inversiones, el precio o el valor de un bono indexado a la inflación puede fluctuar con el tiempo. Si bien el valor de los bonos nominales está determinado por los cambios de los tipos de interés reales y las expectativas inflacionarias, el valor de los bonos indexados a la inflación solo cambia cuando los tipos de interés reales fluctúan.
Si las expectativas inflacionarias se mantienen constantes, el rendimiento generado por los bonos nominales y los bonos indexados a la inflación será idéntico y dependerá de los tipos de interés reales. Esto significa que cualquier diferencia en el rendimiento de las dos clases de bonos obedece exclusivamente a cambios en las expectativas inflacionarias. Si las estas aumentan, los bonos indexados a la inflación superan el rendimiento de los bonos nominales. Si sucede lo contrario, su rendimiento será inferior.