¿Cómo piensa que se debe llevar a cabo la consolidación?
No hay una receta sencilla, pero sí hay ejemplos. Durante nuestras investigaciones y análisis descubrimos que algunas zonas de Zúrich, como la que rodea la Idaplatz o la primera sección de la Scheuchzerstrasse, se han consolidado notablemente. Estábamos asombrados porque estas áreas tienen preciosos patios verdes, grandes balcones y galerías, frondosos jardines delanteros y espacios verdes. Sin embargo, los edificios están hábilmente diseñados y son colindantes, con lo que se logra una alta densidad. Además, hay que destacar que no solo tienen una alta densidad de edificación, sino que también tienen una elevada ocupación.
¿Cuál es la diferencia?
La densidad de edificación se refiere al área de suelo sobre la que se ha construido, mientras que la ocupación alude al número de personas que viven o trabajan en esa área. Aunque la densidad de edificación es, por supuesto, un requisito previo para la ocupación, es esta última la que resulta crucial. Al fin y al cabo, de nada sirve tener un gran número de apartamentos y oficinas si están infraocupadas o vacantes. Solo un gran número de personas hace que una ciudad sea urbana.
Todo el mundo habla ahora de «urbanidad». ¿Cómo la definiría?
Las ciudades se crearon para que las personas pudieran vivir juntas de la forma más ideal, productiva y placentera posible. En una ciudad queremos intercambiar ideas con otras personas, beneficiarnos de ellas, disfrutar de su presencia y construir una comunidad con ellas. Quizás incluso, como afirmó el filósofo David Hume en 1752, refinar nuestro carácter y nuestro comportamiento. Si hacemos todo eso, se crea urbanidad.
¿Cómo alcanzamos la densidad que crea urbanidad?
La urbanidad no se puede planificar. Toma forma por sí misma cuando establecemos las condiciones adecuadas, por ejemplo, cuando construimos barrios en las ciudades en lugar de asentamientos suburbanos. Esto quiere decir que en lugar de ciudades dormitorio uniformes, construimos conglomerados llenos de variedad. No barracones sin personalidad, insensiblemente erigidos unos junto a otros, sino casas que se complementan entre sí de tal forma que crean espacios hermosos y utilizables.
Todo eso parece factible y bastante obvio. ¿Por qué no se está haciendo?
Los códigos de edificación con los que tenemos que lidiar se redactaron en una época en la que el crecimiento era ilimitado. En muchos aspectos ahora están obsoletos. No tiene más que pensar en la ordenanza contra la contaminación acústica, que establece normas para residencias urbanas que son más apropiadas para el campo. Nos obligan a construir los apartamentos de espaldas a la calle, lo cual va en contra de cualquier forma de arquitectura urbana. Cuando se renuevan y reconvierten los edificios existentes, lo que actualmente es una de nuestras principales labores, estamos desarmados con las actuales leyes de edificación. Es más, hoy día, los procedimientos de asociación y participación en los que nos gusta basar la planificación urbana pueden conducir fácilmente a soluciones que queden diluidas. Al igual que la buena arquitectura, el buen diseño urbano precisa de una persona que respalde el proyecto con su capacidad, su conocimiento y su pasión.